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HEMORRAGIA POSPARTO
Resumen
Introducción: En nuestro contexto social y de organización sanitario, se desarrollan esfuerzos para mejorar la atención a pacientes gestantes. La detección de complicaciones que potencialmente pueden aparecer después del parto – momento de mayor implicación – es un elemento clave para la mejor evolución de las pacientes, y a la vez un indicador de la excelencia de los servicios.
Método: Desarrollar una puesta al día en la vigilancia y manejo de la hemorragia posterior al parto y la cesárea. Y para ello empleando los elementos disponibles en la literatura al respecto, tanto la de organismos internacionales, regionales o nacionales, así como descripciones y estudios de investigadores y grupos afines.
Desarrollo: Enfatizar en la detección de los signos de hemorragia, y falla circulatoria posterior al parto garantizan una calidad de la asistencia sanitaria prestada. El empleo de elementos en el orden clínico y complementario de manera combinada y dinámica, permitirá al equipo médico obtener los mejores resultados.
Emplear la oxímetria de pulso y la tensión arterial no invasiva observando su evolución temporal o grafica permite establecer patrones de evolución. El cálculo del índice de shock (tensión arterial sistólica entre frecuencia cardiaca) como predictor de las necesidades de reemplazo de volemia y de seguimiento clínico, ya hoy se reconoce asociado a otros elementos (frecuencia respiratoria, diuresis, estado neurológico) como un índice aproximado de la evolución de pacientes críticos.
Conclusiones: El diagnóstico precoz, el manejo adecuado y el entrenamiento preciso permitirán el manejo de gestantes y puérperas con hemorragia con los mejores resultados posibles.
HEMORRAGIA POSPARTO
La hemorragia constituye una de las principales causas de muerte y complicaciones en la embarazada. Durante y después del parto, las pérdidas hemáticas continúan siendo una amenaza para la vida de la mujer. Por lo que el conocimiento y dominio de ella puede reducir la mortalidad debido a su causa. Los organismos internacionales y los reportes emitidos por ellos poseen evidencia suficiente sobre el comportamiento de la mortalidad materna y de las causas que la determinan. Dentro de estas se encuentra la hemorragia especialmente en el periodo postparto.
El adecuado enfoque de seguimiento de estas pacientes, especialmente cuando se les realiza cirugías (embarazos ectópicos, cesárea, cirugía no obstétrica a gestantes) y permanecen en salas de cuidados post anestésicos bajo cuidado de la especialidad de anestesia es crucial. El rastreo de elementos en el orden clínico y la adecuada interpretación del monitoreo disponible, pueden ayudar en la anticipación de eventos adversos.
Múltiples han sido las estrategias implementadas y ellas se han basado en las disponibilidades, los contextos y sobre todo en la ocurrencia de hechos de este tipo. Las implicaciones de la evolución de un sangramiento, son difíciles de predecir. Este tipo de evento puede conducir a trastornos de la coagulación, falla cardiaca, distress respiratorio, fallo múltiple de órganos y muerte.
La literatura lo señala como un evento precursor y como una de las principales causas de muerte materna, por lo que constituye un problema a enfrentar en la actualidad.
La adecuada contracción del útero y la hemostasia de las estructuras, incluido este mismo después del parto e independientemente de la vía de terminación del embarazo, garantizan la no ocurrencia de hemorragia, diversos factores contribuyen a que esto no ocurra. El papel del anestesiólogo y del resto del equipo que atiende a estas mujeres es descubrir los signos precoces de sangramiento e implementar acciones que ayuden a su control o detención.
El empleo del índice de shock como guía de reposición de volumen o al menos de alerta, puede determinar una reducción de la mortalidad debido a este fenómeno y puede ayudar a desencadenar el mecanismo institucional para enfrentarlo. Los resultados en situaciones como esta dependerán del precoz y exacto diagnóstico, así como de acciones terapéuticas enérgicas y adecuadas. Igualmente el manejo multidisciplinario minimizará las consecuencias de la hemorragia en una paciente que la desarrolla y esta influenciada por cambios en su medio que la favorecen.
Disponer de un recurso tan sencillo como evaluar la relación entre la presión sistólica y la frecuencia cardiaca, como indicador aproximado de la necesidad de reemplazo de volumen y administración de sangre o hemoderivados es una suerte, y a la vez una posibilidad real. El cálculo rápido o el hábito de evaluar de manera simple a la cabecera de estas pacientes, la repercusión fisiológica de este fenómeno - hemorragia - puede aportar un valor agregado al actuar del anestesiólogo. Si se concibe el periodo posterior al parto como una parte de un proceso, entonces estaremos enfocados en la dirección correcta.
Desde hace una década el calculo del índice de shock (tensión arterial sistólica entre frecuencia cardiaca) se ha constituido en un elemento sencillo y útil de la necesidad de reemplazo de volemia, administración de hemoderivados y seguimiento de pacientes graves. Los estudios en poblaciones de sujetos sanos indican que índices por debajo de 0,80 se constituyen en elementos a considerar de manera seria a la cabecera de estas pacientes. Incluso en la actualidad su asociación a otros elementos como son la frecuencia respiratoria, la diuresis, y el nivel de conciencia se constituyen en guías pronósticas de la evolución de pacientes con hemorragias, traumas y eventos exanguinantes.
La consideración del empleo de elementos sencillos, aplicables y con reconocidas utilidades en el enfoque, seguimiento y terapéutica de pacientes gestantes y ya paridas, es una necesidad de nuestras maternidades. La introducción de métodos no costosos, realizables a la cabecera del paciente, y cuyo valor puede considerarse en las diferentes etapas del preparto, parto y post parto es una necesidad y beneficio.
El desarrollo de habilidades de los anestesiólogos en ampliar su arsenal diagnóstico y terapéutico, así como perfeccionar y redirigir las potencialidades de la evidencia científica disponible se constituyen en una necesidad. Aprovechar al máximo este índice, con cautela y aplicabilidad, sin absolutizar el método solo puede redundar en una mejoría de la calidad de la asistencia de nuestras pacientes. Y en una garantía para nuestra sociedad en lo referido a la atención a los elementos decisivos demográficos.
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